Un rey tenía 10 perros salvajes a los que usaba para torturar y comerse a los sirvientes que cometieran el más mínimo error. Un buen día, uno de los criados hizo un dictamen equivocado que no gustó al monarca, por lo que ordenó que fuera arrojado a los canes. " Yo os serví durante 10 años, ¿y vos me hacéis eso a mí? Por favor, dadme 10 días antes de lanzarme a los perros", suplicó el sirviente.
El rey se los concedió. Entonces, el criado le pidió al guardia que se ocupaba de los animales que le dejara cuidarlos durante 10 días. Lo hizo lo mejor que pudo durante ese tiempo hasta que llegó el día en que fue lanzado a ellos por orden del rey. Una vez con los animales, todos se sorprendieron al ver que los canes voraces sólo lamían los pies del criado. El rey, desconcertado, exclamó: "¿Qué le ha sucedido a mis perros?". Y el sirviente le respondió: "Les cuidé sólo 10 días y ellos no han olvidado mi dedicación. Sin embargo, a vos os serví 10 años y os olvidasteis de todo en mi primera equivocación". El rey se dio cuenta de su error y ordenó que le criado fuera puesto en libertad.
En ocasiones deberíamos reflexionar, ¿cuántas veces nos olvidamos de las cosas buenas que una persona ha hecho por nosotros sólo porque en un momento dado ha cometido un error?
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